Cuenta la leyenda que el Rey Moro de Cazorla, viendo que perdía su posición frente al ejército cristiano y teniendo una joven y bella hija, decidió ocultarla en las mazmorras del Castillo de la Yedra mientras libraba la batalla que se preparaba en las inmediaciones de la fortaleza.
Así pues, llevó a la joven princesa a las mazmorras y le dejó algo de provisiones por si la campaña se hacía más larga de lo previsto.
Pero el Rey Moro no regresó de la batalla, y su joven hija quedó atrapada en las inexpugnables mazmorras, que habían sido perfectamente camufladas para evitar que fuera descubierta. Pronto los nuevos inquilinos del Castillo y los vecinos que vivían cerca de él empezaron a escuchar lamentos y gritos de terror, que decían provenían del fantasma de la pequeña princesa, atrapada en las mazmorras del castillo.
Se dice que desde entonces, todas las noches de San Juan, aparece el fantasma de la princesa convertido en Tragantía, matando con dulce voz a todas aquellas personas que le oyen cantar esta canción:
"Yo soy la Tragantía,
hija del Rey Moro.
El que me oiga cantar,
no verá la luz del día
ni la noche de San Juan"
Así pues, llevó a la joven princesa a las mazmorras y le dejó algo de provisiones por si la campaña se hacía más larga de lo previsto.
Pero el Rey Moro no regresó de la batalla, y su joven hija quedó atrapada en las inexpugnables mazmorras, que habían sido perfectamente camufladas para evitar que fuera descubierta. Pronto los nuevos inquilinos del Castillo y los vecinos que vivían cerca de él empezaron a escuchar lamentos y gritos de terror, que decían provenían del fantasma de la pequeña princesa, atrapada en las mazmorras del castillo.
Se dice que desde entonces, todas las noches de San Juan, aparece el fantasma de la princesa convertido en Tragantía, matando con dulce voz a todas aquellas personas que le oyen cantar esta canción:
"Yo soy la Tragantía,
hija del Rey Moro.
El que me oiga cantar,
no verá la luz del día
ni la noche de San Juan"
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